sábado, julio 29, 2006

"Ser pietista es genial"

¿Qué es ser pietista?

Samuel Escobar, en un capítulo del libro "El estudiante evangélico" nos guía en la definición de lo que es el pietismo, o mejor dicho, lo que debemos recuperar de nuestra herencia evangélica, concerniente al tema del pietismo. ¿Por qué debemos rescatarla?, ¿qué debemos entender por pietismo? Estas preguntas, que seguramente tú ya te has hecho, te animamos a responderlas en nuestra práctica diaria, y en la lectura de este blog informativo.

A continuación, el punto 4 de Escobar, que habla sobre:

"El Pietismo: la realidad de una nueva vida.

1. La piedad personal en la Comunidad

Nuestra insistencia en una Base Doctrinal puede ser el énfasis con el cual se ha identificado más estrictamente a la Comunidad en algunos países. En otros es la demanda de una conversión personal y las disciplinas de una vida espiritual profunda en el nivel personal y el comunitario. Alrededor del mundo, y a pesar de las variantes locales, el "tiempo devocional" es parte de la tradición de la Comunidad, y la evangelización se concibe como el hecho de llevar a las personas, tarde o temprano, a la experiencia de una entrega personal a Jesucristo.

La vivenvia de esta piedad y entrega personal son las bases de nuestro culto y piedad como grupos, y de las acciones de entrega corporativa. La piedad personal y la grupal se enriquecen mutuamente.

2. La piedad personal en la historia

Estas características se asocian generalmente en la historia de la iglesia con el movimiento pietista que floreció en los siglos XVII y XVIII. Felipe Jacobo Spener (1635-1705) y Augusto Hermann Francke (1663-1727) fueron los precursores de este movimiento en la Alemania luterana. El Conde Zinzendorf (1700-1760) fue el líder del movimiento en Moravia. Las marcas de este avivamiento que afectó a las iglesias Protestantes, ortodoxas pero muertas, son: la reunión en pequeños grupos sin abandonar sus denominaciones, la lectura diaria y personal de la Bilbia en busca de una palabra personal de Dios, y la importancia dada a la oración en esta diciplina espiritual.

3. La piedad personal en la práctica

El pietismo no sólo revivió a la Iglesia por dentro, sino que también la proyectó hacia la misión afuera de sí misma. Esto fue evidente especialmente en el surgimiento del movimiento misionero moravo que se desarrollo bajo el ministerio de Zinzendorf. Pero la influencia del Pietismo también llegó a hombres como John Wesley en Inglaterra, Abraham Kuyper en Holanda, Hans Nielse Hauge en Escandinavia, y aún más lejos a predicadores como Moody y Spurgeon de época posterior. De esta manera, el surgimiento del movimiento estudiantil evangélico que llegó a ser la Comunidad está directamente vinculado con el Pietismo europeo.

Más aun, los primeros misioneros que introdujeron el Evangelio en algunos países del Tercer Mundo, hace dos siglos, eran por lo general protestantes entusiastas influidos por el Pietismo. En sus escritos encontramos este claro sentido de un llamado personal de Dios, y en sus biografías admiramos la calidad y profundidad de su vida espiritual disciplinada.

Cuando insistimos en enseñar a los estudiantes las disciplinas de un "tiempo devocional" o "encuentro con Dios" (cualquiera sea el nombre que le demos) como parte del discipulado comprometido, nos estamos ubicando en la tradición de la herencia pietista, a la cual el movimiento evangélico actual tanto le debe.

4. La piedad personal en la Biblia

Tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento encontramos en los hombres y mujeres de Dios la clara conciencia de una relación personal con Él. Refiriéndose a su propia vocación Pablo usa las mismas palabras que usó Isaías (compárese Isaías 49.1 y Gálatas 1.15). En los Evangelios encontramos a Jesús refiriéndose constantemente a su relación personal y única con el Padre (Mateo 11.27), y también encontramos en el Libro de los Hechos que la obra apostólica depende de la dirección personal que el Espíritu da a individuos que tienen clara conciencia de ello (7.54-60, 8.26, 29, 39; todo el capítulo 10; 15.28; 20.23). La piedad y la adoración dependen de esta relación personal. El Pietismo apunta a un precendente bíblico muy rico.

5. Necesitamos la piedad personal

Es una lástima que el término "pietista" haya adquirido una connotación negativa. Esto se debe a los extremos en algunos elementos del mundo evangélico de habla inglesa: una moralidad legalista, una actitud demasiado negativa respecto al papel del cristiano en la sociedad y en el mundo, y una tendencia a formar criterios arbitrarios de espiritualidad que con que frecuencia refleja la influencia y ejemplos de líderes fuertes más bien que los requisitos directos de la Palabra de Dios.

Tomando en cuenta la historia y la necesidad humana, tenemos que recuperar esta dimensión y darnos cuenta que la piedad personal intensa de ninguna manera necesita divorciarse de la reflexión teológica seria o del compromiso social y la acción misionera. Mi propia experiencia de 20 años en América Latina me ha mostrado que cuando se abandona esta dimensión, toda la vida del movimiento estudiantil se debilita. En efecto, los líderes evangélicos que son utilizados por Dios son aquellos que tienen una vida espiritual disciplinada, en la mejor tradición pietista, aunque ellos no le den ese nombre."